domingo, agosto 03, 2014

Ay marica!

La vida siguió. No es que yo esperase que se detuviera el movimiento de rotación, pero al menos pensaba que algo cambiaría con tu despiadada acción. 
Mas no, nada cambió. Aun no se termina de construir la rotonda cercana a mi casa y las corrientes marinas no cambiaron sus direcciones. Los mentirosos de siempre siguieron siendo los mentirosos de siempre, y los brazos de algodón siguieron estando ahí, incondicionalmente ahí. El cinismo no paró, así tampoco el crecimiento de tu pelo. Nada cambió. Bueno sí, cambié yo. Por un momento me volví de cera, me volví indolente, me volví una nada y me volví un cúmulo de nudos. Pero seguí siendo el conjunto de incertidumbres, seguí siendo la de la mirada enfermizamente honesta, la que se le enreda la lengua para decir solo lo que pienso/siento y solo eso. Yo tampoco cambié tanto, pues aun hay cosas en las que creo. En mis recuerdos sobre ti, por ejemplo.  

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