miércoles, junio 04, 2008

de Carretera .-


"Me vendo; al mejor postor", debajo salía un número de celular.

No especificaba si era hombre o mujer. Qué va, pensé, tal vez sea momento de probar cosas nuevas.

Me saqué el sombrero, desencajé de mi espalda la mochila, y entré en la heladería.

-Hola! Pato-,me saludó el gallo de los cigarros; ¿Cómo se sabe mi nombre este breva?

-¿Los Kent de siempre?- ah no!, este hueón es psicópata , pensé. Le respondí con una sacudida de mate que sí, se los pagué y me fui, con el número de celular ahí, dándose vueltas en mi cabeza y en mi celular. No tenía pinta de anuncio porno, fuera del contenido del mensaje en sí; era una simple hoja de oficio pegada sobre el tronco de un árbol.

Okey, no me rebano la mollera más y llamo; total el viejo me ha depositado un generoso aguinaldo este mes, sútil forma de arreglar la última cagada que se ha mandado por entrometer sus narices en mi vida. Saqué el teléfono de la mochila y empecé a discar.

-¿ Y tú ya no saludas, hombre?- asaltantemente la Maca me agarró la muñeca izquierda, y del susto, la muy cabrona me hizo botar el celular.

-Perdona, no quise asustarte- Pero lo hiciste mierda, pensé caballerosamente mientras recogía el resbaloso teléfono móvil.

-No tranquila, si estaba pajaroneando no más. ¿Qué haces por acá?-

-La manicure, lindo- Era verdad, la mano que casi me provoca un infarto al miocardio a mis 25 años, estaba recién enchulada. Tan mona que era la Maca, una verdadera pérdida que fuese la polola de mi hermano.

-Te quedo flor la mano mija, oye ¿vas pa la casa?-

-No, voy a la facultad a buscar a tu hermano, de ahí las emplumamos al cine- ¿Qué diablos le ve al guatón flácido del Jorge? el prostituto título profesional?, pero si el hueón odia ejercer, si sus colegas escuchasen cómo los putea en la casa; con viento fresco lo sacan del bufete de la facultad.En fin...

-Dale mis saludos al obeso ese, y dile que algún día se acuerde de su hermano menor, que se de su vuelta por el depa. Chao chao.-

-En tu nombre, que estes bien lindo.-

Seguí caminando, y empecé a marcar de nuevo.

-Aló?-

-Aló....-silencio sepulcral, no sonaba a fono erótico,¿qué se supone que debía decir?

-Aló, ¿quien habla?- la voz sonaba firme, pero un poco desguañangada, tal vez era una broma para cazar pervertidos

-Aló, mira vi tu número en un aviso que me pareció curioso...-

-Ah!; al fin alguien se atreve a llamar....-

(más silencio)

-Eh si....mira, ¿a qué te refieres?, es decir, ¿te vendes tú o vendes algo en específico?-

-No; yo, en general. Mente, cuerpo y alma.-

-Ah; interesante, ¿una suerte de dama de compañía?-

-Algo por el estilo. Mira, pones una buena suma de dinero en mis manos y puedes tener una secretaria, una modelo, una poetisa, una prostituta, una madre, una hermana, una ingeniero, una nana, una psicóloga,o una cafetera.

-Me estás cuentiando...

-No; te lo digo muy enserio. Puedo ser la mujer que desees, a cambio de plata. Eso sí, mucha plata.

-Perfecto, te reto a que seas mi acompañante y paño de lágrimas esta tarde. Te espero en media hora más en el Emporio La Rosa. Te pago el helado y cuando llegues te devuelvo la plata del Transantiago.

-Okei, en media hora más ahí te veo.

Le corté el teléfono y quedé medio helado. Envolinado total, no tenía mucha fe de qué clase de persona aparecería en la heladería un rato más. Pero me relajé, después de todo lo malo que había tenido que aguantar el fin de semana en el sur con los viejos, el karma no podría ser tan cabrón conmigo. Me mandaría a alguien decente. Estaba seguro....o quizás no tanto.

LLegué cinco minutos antes de lo acordado, y recién ahí me cayó la teja; se me había olvidado acordar la forma en que nos reconoceríamos. Eran las cinco cincuenta y siete y en el Emporio la gente bullía comprando helados para sentirse exóticos.

Pero no hizo falta que nos pusiésemos de acuerdo en nada. Eran las cinco cincuenta y ocho, me di la vuelta del perro, y la vi.

Ni alta, ni baja, ni flaca, ni gorda, ni laiss, y pokemona. Pelo clarito, tendencia a rubita, las mejillas rojas por la situación y unos ojos que tiraron mi guardia a la misma mierda y me obligaron a declararme incompetente en las materias de la estafa sentimental y la economía neoliberal.

Hablamos, no sé cuánto ni mucho de qué. Lo único que recuerdo que una vez terminada la decimoquinta copa de vino en mi departamento, a eso de las tres y algo de la mañana; me dijo: -Al igual que Fito, "yo era un pibe triste y encantado", pero después de salir y tener que chocar de caracho con este desconchiflado mundo; renuncio, tiro los brazos al piso, o tal vez me los bajaron; anda a saber tú. No se puede vivir de magia, porque esa payasada no existe, se la comieron.-

Después de ese pedazo de inconexa declaración, no me quedaban más alternativas que besarla; pararme y correr a buscar velas, servir más vino, y volver a besarla; muchas veces. Había encontrado a ese bicho raro que tanto andaba buscando para encantar mi desaliñada vida.

Al otro día se levantó y salió. Pasó por el árbol y como un jote rastrojea su carroña, sacó el cartel. A los cinco minutos unas gruesas y negligentes manos le atraparon su muñeca izquierda.

-Señorita, usted está detenida por el homicidio del señor Patricio Riveros, tiene derecho a permanecer en silencio-

Y así fue, ella permaneció en silencio hasta el último de sus días dentro de su condenada condena de 23 años y un día.






Imagen: Tito Calderón