miércoles, junio 06, 2012


Punto de fuga

No quiero tu bata blanca. No quiero tu casco blanco. No quiero tus millones de cartoncitos bañados de ego y soberbia, colgados en la pared.  No quiero tu autito de último modelo, ni tu televisor de infinitas pulgadas para ver toda la basura que destilan los medios. No quiero tus besos falsos ni tus sonrisas sin arrugas. No quiero tus ojos farsantes, vacíos, sin lágrimas y sin carcajadas. No quiero esa vida de plástico y pestilente mierda que ofreces. No quiero tu cuenta corriente, ni tus discursos de apoyo al partido. Esas corbatas de seda, esas camisas bañadas en aire acondicionado, esos perfumes rebuscados; no hacen más que marear mi nauseabunda cabeza. Tu existir me parece inexistente.
No concibo una vida que, según el arrebol, no es vida. Cómo soportar sin sufrir?¿. Cómo es que vives sin tener la conciencia de tu piel, de tu sangre, de tus ojos, de esos instantes sabrosos cuando se te rasga la piel para que se escape el alma. Por ahí versan que sino duele no vale, no entiendo como vives en un cono de plástico que te enajena, te aliena, te esconde de ti ¿?. 
Te estás perdiendo todas esas noches de luna menguante donde las putas cuentan sus penas porque no hay clientes. Donde los borrachos se desangran por alguna pelea de catres. Donde la lujuria corrompe bosques, pampas y potreros. Te estás perdiendo la miseria humana, pero la de verdad, esa que nace desde la esencia, desde las vísceras; no esa que falsifican con tu ron importado con la traición de Cuba. No!, te pierdes la miseria que nos hace humanos, esa que logra matar, parir, tirar, amar, reír, llorar, vomitar, cómo nos hace vomitar!.  No estás viviendo, no estás sintiendo/siendo, sencillamente no estás hasta que te has incendiado la cabeza pensado. No vas estar nunca hasta que aprendas a macerarte el pescuezo extrañando un rato pasado o una promesa futura.
Tienes que entender que para vivir es necesario quemarte la piel y evaporar la sangre con tal de saber que sientes, que piensas, que éstas, que eres!. No vas a saber vivir hasta que no te mueras.