De rato en rato podríamos bailar un par de valsecitos peruanos.
De rato en ratón podríamos rememorar el Cerro Barón.
Después de un rato podríamos mirarnos, y dejar que la tierra cante otra vez al sol.
Tú me cuentas como fue esa cercenable etapa y yo me destajo hablándote de la libertad y el dolor.
Entonces, cuando los ojos se te llenen de lágrimas y se te entrecorte la voz; a mordiscos me rebano las venas hasta llegar a un estado de desintoxicación.
Pero va a entrometerse la noche.
Bohemio tiene que ser el espectáculo.
Y ya no vamos a estar los dos.
Serán un par de polillas fundidas, bajo la luz de algún farol.
Fundidas a besos, claro, besos, miseria y amor.
Es que amor son sólo cuatro letras; insuficientes e inexactas para expresarlo.
Por eso mis venas medio bailan, medio escriben, y medio miran.
Porque todas las otras mitades se avocan a tu salvación.